Desde que somos muy pequeños, muchos de nosotros tenemos muy claro cuáles son nuestras preferencias en los juguetes, en nuestra comida y muchas veces hasta en nuestra vestimenta y ya teníamos clara cuál era nuestra tendencia en moda infantil. Por eso no es extraño que siendo pequeños y por nuestras ganas de crecer y explorar el mundo hayamos soñado o incluso alguna vez tomada prestada ropa de nuestras mamás, tías, primas o a nuestras hermanas mayores (lo que a veces da por resultado peleas descomunales).
Quizás es por ello que desde hace algunos años, la tendencia en la moda infantil se asemeje cada día más o incluso iguale a las tendencias de moda de los adultos. En la actualidad no nos resulta raro ver a una niña vestida con botas altas, gorros y faldas semejantes a las que nos pondríamos nosotras mismas, o a niños utilizando el mismo tipo de sudaderas y camisas que los hombres adultos, e incluso llevando traje.
El pleno debate sobre la moda infantil actual
Muchas personas buscan reflejar su imagen en sus propios niños y es por ello que han decidido vestirlos de la misma manera, queriendo que luzcan increíbles pero muy parecidos a ellos, sin embargo otros padres prefieren elegir para sus hijos ropa infantil tradicional y dejar la ropa para adultos para cuando lleguen a una edad más adecuada.
Esto ha dado lugar a que se despierte un debate sobre si es recomendable vestir a los niños con estilo de ropa de adultos, o si por el contrario la moda infantil debe seguir un estilo más tradicional e inocente, sobre todo esto se dirige a la sobre sexualización de los menores al usar minifaldas o tacones, que incluso, dicen algunos, pueden llegar a lastimar o a modificar la forma de caminar de los niños.
Sea como sea y más allá de argumentos a favor y en contra, todo será cuestión de gustos y de costumbres, y claro que los niños se ven guapos en ropa de adultos como se ven muy dulces usando moda infantil, pero eso sí, todo tiene sus límites y aunque de vez en cuando los vistamos así no debemos dejar a un lado que deben tener libertad de movimiento para jugar y crecer a su ritmo, además de tratarlos como niños que deben vivir cada etapa de sus vidas y una infancia plena.